06 de gener 2013

Mientras lees


Escribo a mano una carta de trabajo que no hay manera de desencallar mientras tú te hallas sumergido en un libro que devoras como yo lo haría con los churros que han pedido las chicas del fondo. De vez en cuando dejas de pasar página para tomar alguna anotación, a veces cuando vuelvo de tu casa de madrugada, antes de que mis neuronas se paralicen por el frío, me pregunto qué anotas, si son extractos del texto, si son imágenes que te sugiere, si son pasajes de tu vida o si, por lo contrario, algún día aparecerá mi nombre entre tanta literatura. Mi ego controlado y anclado en el fondo querría salir con bata de seda bajando las escaleras para postrarse en un diván como tu musa, pero ahora mismo está distraído en sobrevivir al día a día. 

Hacía tiempo que no lo sentía pero el vértigo ha aparecido de nuevo. Solía hacerlo en medio de travesías por la montaña o en sueños en los que no lograba bajar escaleras kilométricas sin acabar tropezándome. Pero ahora me suele asaltar cuando tengo que afrontar grandes retos que se transforman en incomprensibles montañas kilométricas. Sentada frente a unas hojas el vértigo se agudiza. Te miro y sigues en tu mundo, como siempre. Se suceden ideas e imágenes sobre las innumerables veces que he intentado afrontar y racionalizar este vértigo. Cojo otro folio y mirándote te describo esta espiral de miedo que me invade. Tiemblo a medida que escribo hasta que el vacío me encoge el estómago.

Bien podría haber jugado a escribirte una carta de amor. Hubiera sido un momento perfecto, no tan francés como querríamos, pero lo suficientemente cinematográfico como para animar esta relación nuestra nada convencional. Pero he gastado esta oportunidad en escribirte unas letras sobre mi irresoluble posición frente a los retos que me pone la vida. Lo doblo y te lo pongo debajo del libro mientras hablas por teléfono. Pensarás que es un poema o que he escrito alguna cosa bonita sobre ti, pero no sabes que no, que de repente me ha dado por vomitar mis miedos en un papel y pasártelos. Quizás sea absurdo por mi parte hacerte partícipe. Cada vez siento que necesito equilibrar esto y sepas quién soy, nada que ver con una máquina de acariciar activada con monedas.

Cuelgas rescatando mis palabras de un papel que me preguntas si es para ti, y yo ahora te lo arrancaría de las manos y lo substituiría por cualquier ñoñez que cumpliera nuestros estándares de romanticismo y buenismo.

Vértigo
Temblor
Vacío

4 comentaris:

  1. Las verdades sobre la mesa, sobre lo escrito. Creo que es mejor sincerarse, no dejar que se esconda tras la impostura.

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    1. Seguiremos escribiendo cartas, novelas, relatos...

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  2. Hola, vieja amiga. Veo que todavía no sabemos cómo concordar lo convencional con eso que llamamos pasión.

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    1. Hola!!! Me ha costado saber quién eras!!! Los eternos temas hacen honor a su adjetivo... eternos para toda la vida.

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